¿Cuántas veces respiráis cada minuto, cada hora, cada día, cada...? Sé que no lo contáis nunca, yo tampoco... hasta aquel jueves.
Hace diez días, tenía una opresión en mis pulmones, la noche anterior algunos síntomas me decían que algo andaba mal en mi, según la postura que adoptara en al cama, mi capacidad de respiración cambiaba: tumbado sobre el costado derecho todo estaba bien, pero tumbado sobre el costado izquierdo mis pulmones no podían respirar, como un pez fuera del agua...
Por la mañana fui al hospital, y después de mi convincente charla el doctor decidió hacerme unos rayos X, pura rutina... después de hacerlos, el médico me preguntó si había tenido un accidente, le dije que no, me miró con cara de sorpresa: “ve al doctor, deprisa”, dijo, “tienes un ‘pneumo-tórax’”, pensé que no sonaba nada bien.
El doctor trató de calmarme: tienes unas perforaciones en tus pulmones... SENSACIÓN INDESCRIPTIBLE ... bla bla bla bla.... No oía nada, sólo perforaciones, perforaciones, perforaciones... sólo un pensamiento claro: ¿es esto el final?
Me llevaron muy deprisa en ambulancia al hospital, muchos pensamientos en mi cabeza: aún no he vivido mi vida, se supone que estoy a medio camino, ¿qué pasa con mis sueños, intentar que se hagan realidad, con el amor aún por dar, los momentos aún por vivir, todos los viajes por hacer, gente por conocer, fotos por hacer, cartas por escribir, sorpresas por dar, postales por poner en la pared, amigos de toda la vida con los que reunirse, todas las cosas que quedan aún por hacer, todo lo que dejamos atrás, estoy preparado de verdad para decir adiós? ¿cuándo se está preparado para eso?
Mis amigos llegaron al hospital mientras esperaba a que viniera el médico, fui capaz incluso de reirme con ellos, probablemente una de las definiciones de lo que es un amigo.
Le pregunté al médico si de verdad la situación era tan mala, y su respuesta representó otro shock: “tu situación es bastante mala”, dijo, “primero tengo que extraer el aire de tu pulmón izquierdo y luego, quizá, cirugía en dicho pulmón, ¿eres una persona sana?”. Le dije que ni siquiera un resfriado en los últimos 4 años, me miró sorprendido... “muy bien, pongamos el tubo en tu pulmón”... en ese momento me invadió la calma, lo único que quería que hiciera era extraer el aire que estaba deformando 5 cm de mi pulmón, no quería pensar más y el médico lo hizo.
Estuve 15 horas dependiendo de un tubo que extrajo mi aire de mi pulmón haciendo un sonido burbujeante en la máquina, al principio me daba miedo incluso tocarlo, pero sólo necesité unas horas para sentirme a gusto con él y por la mañana estaba paseándome por el pasillo con la máquina en mis manos, el ser humano es capaz de adaptarse a muchas situaciones diversas, es lo que sentía en esos momentos. A veces me venía el pensamiento de que quizá hace un siglo la gente se moría por esto.
A mediodía un nuevo médico vino a comprobar mi situación, los nuevos rayos x estaban
a mi lado, no quería verlos, en realidad yo estaba dando por supuesto que lo peor estaba aún por llegar, pero el doctor dijo: “la situación es ahora muy diferente, tu pulmón se ha recuperado muy rápido, voy a retirar el tubo y te vas a ir a casa”...
Acostado en casa podía sentir mi respiración, me daba cuenta de lo difícilmente que mis pulmones intentaban obtener el oxígeno a partir del aire, lo difícil que era para mí hacer algo a lo que no le prestamoa atención en nuestra vida normal, no quería quedarme dormido esa noche, quizá no me diera cuenta de que mis pulmones no funcionaran,... momentos muy malos, momentos en los que sólo deseas estar sano de nuevo, nada más... Mi madre vino desde las Islas Canarias tan rápido como pudo para estar a mi lado, el amor de una madre nunca se desvanece, es absolutamente altruista, no podía evitar que mi dolor también fuera el suyo.
Afortunadamente, el milagro de la vida hizo su trabajo y poco a poco comencé a olvidarme de que tenía que tomar aire para sobrevivir, todavía estoy asombrado de cómo pudo ser.
No quería pasar página de lo que me había pasado, estas son las situaciones de la vida que transmiten un claro mensaje: aprovecha el momento, respira hondo la vida, disfruta todos y cada uno de los segundos, sólo porque puedes correr, saltar, porque puedes silbar, puedes hablar, ayudar a los demás, porque tienes sueños en tu cabeza, porque está lloviendo, está nevando, brilla el sol, esa chica sonríe, porque tienes amigos, porque tienes un trabajo, porque estás estudiando, aprendiendo cosas nuevas, porque cada nuevo día es otra oportunidad de experimentar algo diferente, porque tener amigos es el tesoro más bonito, porque los problemas son para sopesarlos y lo único que no debes perder nunca es la sonrisa para superarlos, nunca olvidéis esto, para mí es fácil, sólo tengo que mirar la cicatriz en mi pecho...
Ahora sólo necesito descansar un tiempo para recuperar la forma, para saltar y correr de nuevo y, por supuesto, para sonreir aún más, sucede que interpreté esto como un mensaje y quería compartirlo con vosotros, amigos míos.
Vuestro,
Juanlu
Tampere (Finlandia) noviembre de 2002
Nota: Esta carta de Juanlu ha sido recuperada por sus amigos e incluida aquí a petición de sus Padres.