jueves, 14 de junio de 2007

Querida Tampere.

Tampere, ese es el alias que utilizó una persona para agradecer la publicación de un libro póstumo de una amiga mía, Marta.

Cuando lo leí, media vida pasó de nuevo ante mis ojos. Yo no le conozco, Tampere, pero sus palabras de agradecimiento por el consuelo que le produzca la lectura de este libro me han alegrado profundamente. Desearía que le fuera tan reconfortante como el abrazo que no pude darle tras la muerte de su hijo. Me hubiera encantado que Juanlu hubiera conocido al mío. La vida hizo coincidir la alegría de la llegada de nuestro primer hijo con la pérdida de un amigo insustituible.

Tuve la fortuna de conocer a Juanlu hace 15 años y de compartir con él muchísimos momentos en este tiempo estudios, viajes, carnavales, sueños, amistades…

Cuatro años antes había conocido a Marta. El relato de su vida, truncada precozmente como la de Juanlu, ha sido publicado de la manera más respetuosa y fiel posible a partir de cartas, correos y escritos suyos dedicados a familiares, amigos o a su propia reflexión. Una vida en la que nos vemos reflejados muchos de nosotros. Además de la carga humana y emocional del libro, este documento refleja la manera de sentir y entender la vida de una generación de treintañeros comprometidos, como lo estaba Juan Luis, con el mundo, con su familia, con sus amigos y consigo mismos. Los escritos de Marta ayudan a conocer a esta generación de la manera más veraz posible, desde su propio corazón.

Juanlu,

de nuevo te escribo, de nuevo te siento junto a mí. Como cada vez que alzo la vista y mis ojos imaginan nuevos paisajes más allá del horizonte conocido, paisajes de interminables puestas de sol, de océanos inabarcables, de universos por explorar. Haciendo desaparecer las fronteras que dibujan los hombres, las barreras que levantan el idioma y las diferencias culturales, las que se desmoronan con tu mirada sincera, con la expresión alegre de tu rostro siempre dispuesto a regalar una sonrisa al compañero o al desconocido, al amigo o al contrincante, a todo el mundo, siempre.

Un abrazo fuerte familia,

César.

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