Hundo las manos en un cesto
y las saco rebosando de cerezas
limpias, brillantes, tersas,
preñadas de aromas y promesas:
así son tus ojos, Juanlu.
¿Y tu sonrisa?
¡Ah, Juanlu, tu sonrisa
no cabe en un poema!
como no cabe el juego en una camada de cachorros,
como no cabe la luz en la montaña
ni el rojo en un campo de amapolas.
Cierro los ojos y ahí están tus ojos,
y ahí tu sonrisa
llenando mi alma de amapolas,
de montañas,
de cachorros
y de cestas repletas de cerezas.
Basilio Ruiz Cobo
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