No tengo palabras para describir el estupor con que acabo de recibir esta noticia.
Deseo transmitir mi más profundo pésame a sus padres y a su hermano, extensivo a todas aquellas personas, familiares y amigos, que alguna vez han querido a Juan Luis.
Juan Luis y yo nos vimos por última vez a los 17 años. Desde entonces y paradójicamente ninguno ha vuelto a saber nada del otro, como si la universidad nos marcara unos caminos disjuntos que nadie sabe cuando volverían a tocarse. Sin embargo, si tuviera que imaginar como iba a ser su vida, hubiera coincidido plenamente con lo que he visto en este blog: la vida de una persona brillante, sagaz, aventurera, curiosa, optimista, generosa, y por encima de todo ello, adorable. Bueno, con todo no; lo que nunca hubiera imaginado es que terminara a los 35 años, pues todavía puedo imaginarlo viviendo 20 años más, con cientos de proyectos, compartiendo su alegría y espontaneidad con todos, y dando vida a otro adolescente como él, que a su vez dejará una marca imborrable en su compañero de escuela, en un ciclo sin fin durante generaciones.
Sin duda en mi memoria así seguirá siendo, pues nunca se olvida al mejor amigo de la adolescencia...
Gustavo Garrigós. Madrid, 15/5/2008.
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